“Ve-ele shemot Bené Israel ha-baím mitsraima…”. ‘Y estos son los nombres de los hijos de Israel, los vinientes a Egipto…’ son las palabras indicativas que hemos arribado a un nuevo libro de nuestra Torá. Una nueva estación en el ciclo anual de la lectura y estudio de lo definido por cada iehudí en su plegaria como: “…pues ellas son nuestra vida y la extensión de nuestros días, y en ellas meditaremos nuestros días y noches”. Nuestra perashá -la cual da el nombre a todo este jumash, es Shemot,nombres…Algo muy sugestivo como profundo a la vez. No sólo será el ‘Exodo’ que testimonia la traducción latina de nuestro 2º Libro lo único que ocurra en ella. Antes del ‘Exodo’, hay ‘Nombres’, ‘shemot’ de quienes amparados y unidos a Iaacov, vienen hacia Egipto, reviviendo tanto como el tiempo conjugado, un presente, sino y por sobre todo, llegan a vivir distantes de su propia y prometida geografía, hasta cumplirse los tiempos establecidos por el Todopoderoso, tiempos relatados a Abraham Avinu y que empiezan a consumarse en este libro.

Najmánidesdefine al Jumash Shemot como el ‘Sefer ha Golá veha-Gueulá’, el libro que por excelencia nos habla de la ‘Diáspora’así como de la ‘Redención’, la liberación física y espiritual de toda la nación hebrea. Y si bien es poco lo que refiere en cuanto al sentido del ‘Galut’ (exilio, diáspora), no hay lugar a dudas que estudiando y analizando los pasos de la ‘Gueulá’, apreciamos lo que la triste y dolorosa ‘Golá’ pudo con nosotros, allí en ‘Mitsráim=”Metsarím’, el Egipto de las estrecheces…

Por eso lo de ‘Y estos son los nombres…’. Para que podamos apreciar que nuestros padres venidos a Egipto, llevaron consigo un tesoro singular. ‘Ve-Ele’ insinúan nuestros maestros, ‘mosif al-ha-rishoním’: ‘agrega – se suma o incorpora -, a los primeros’…No sólo cuerpos son los que llegan a saciar su hambre. Hay presencias, hay pertenencias; existe una tradición viviente transmitida y a transmitir. Y estos nombres, ya conocidos por nosotros en los últimos capítulos del libro de Bereshit y en detalle, acuden a nosotros una vez más al principio de nuestro libro para ‘sumarse a los primeros’ y ser ellos mismos los sostenedores, transmisores y ejecutores de una fidelidad -Neemanut- que afirma una fe -Emuná-, y que se erige sobre los días de un patriarca como Iaacov, sobre quien fue dicho: ‘Titén Emet le-Iaacov’, ‘Concédele la Verdad a Iaacov’…EMET ve-EMUNÁ reza nuestra plegaria nocturna, precisamente la que nos habla de Egipto y nuestra maravillosa liberación…Sólo preservando la Verdaduna y única– es como puede entretejerse la fina y delicada trama de la Gueulá, aquella del Egipto bíblico, la de nuestro tiempo, del Egipto de la estrechez y las angustias…Por eso la Gueulá resiste el adjetivo de ‘shelemá’, es decir, íntegra, completa, sin resquebrajamiento alguno.

“…Porque no cambiaron sus nombres”, argumentan nuestros sabios, uno de los motivos excluyentes para ser salvados de Egipto. Ser judío y merecer la Gueulá, es poder perpetuar lo recibido, y poder transmitirlo –sin fisura alguna -, a quienes nos suceden. Y por sobre todo, sostener nuestro Nombre, la ‘Corona del buen nombre’, la cual nos libera de cualquier exilio y esclavitud…