הרב דר. מרדכי מערבי, תשס”ה

Los días de Jag HaPesaj han llegado a su feliz término. Es tiempo de tener en cuenta ahora, los días y las semanas que unen más allá del tiempo calendario, el instante signado con la liberación de Egipto al del Recepción de la Torá -Jag HaShabuot-, y ellos son los días de SEFIRAT HAOMER, 49 en total, equivalentes a 7 Semanas Íntegras, que comenzaron a transcurrir desde la Segunda Noche de nuestro Seder Familiar.

Nos hallamos, por tanto, en la Sefirá, tiempo que construye, como decíamos, ese puente entre Pesaj y Shabuot.

Este Shabat, retomamos la lectura habitual de nuestra Torá. Estamos promediando el libro de Levítico -Vaikrá-, libro particularmente valorado por nuestros sabios, por su carácter educativo para el pueblo hebreo, que transita por el desierto hacia su madurez espiritual.

La sección semanal que nos propone el texto es leída durante esta ocasión y también durante un día muy particular: Iom Ha Kipurím, tiempo donde el Perdón Divino tiene lugar en nuestras vidas. “Ajaré Mot”, tal el nombre de nuestra perashá, goza de un particular “privilegio” y es por tanto que, deseamos alcanzar una explicación para ello. Es más, intentaremos hallar la confluencia de su lectura durante este Shabat y su conexión con la festividad de Pesaj.

Decíamos que, uno de los aspectos centrales sobre los cuales gira esta sección, trata sobre la “AVODÁ” del Sagrado Día a cargo del Sumo Sacerdote, en el Templo de Jerusalém y en el “Kodesh HaKodashím”, el recinto de MAYOR SANTIDAD que poseía el Santuario.

Este día, Iom HaKipurím, indicaba en el calendario un hito muy especial. Era nada más y nada menos, el tiempo donde la Voluntad del Todopoderoso -es decir la expresión de Su Amor y de Bondad- se ponía de manifiesto para con Su Pueblo Israel. “Et Ratsón” en su expresión hebrea. Este tiempo reafirmaba el vínculo entre D’s y Su pueblo. Lo revitalizaba. Le anunciaba nuevos hechos y por sobre todo, renovadas esperanzas de justicia, de verdad, de sensibilidad social y acercamiento al ideal bíblico en la observancia de preceptos esenciales emanados del Creador.

Iom Ha Kipuríminauguraba una alentadora etapa, donde “todo” volvería a re-comenzar. La esencia de la Teshubá -arrepentimiento-, anuncia un punto de partida para el ser humano. Punto de partida desde el mismo lugar de donde empezó, sólo que ya “ha dado una vuelta completa y ha observado, analizado, desechado, aprobado y desaprobado conductas que le han sido perjudiciales” al decir del erudito sabio contemporáneo Rabino Iosef Dov HaLevi Soloveitchik ZTS”L.

Así lo establece el texto de nuestra perashá cuando al referirse al Sagrado Día dice: “…Será esto para vosotros una ley perpetua; en el séptimo mes, en el día diez del mes…Ya que en este día hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros errores, ante HaShem habréis de purificaros…” (Vaikrá 16:29,30).

El sabio judío de Praga, el MAHARAL, personalidad indiscutible en el mundo del estudio e interpretación bíblicos, nos explica en su libro “Baer HaGola” acerca del “…hacer sonar el SHOFAR en la conclusión de Iom HaKipurím” (acto que debería ocurrir en el Sagrado Día del Perdón del “Iobel”, es decir del AÑO CINCUENTA, el Jubileo, donde todas las pertenencias retornaban a sus dueños originales).

Dice el Maharal: “…El sonido del Shofar – “Tekiá”- es por lo general (para significar) la SALIDA HACIA LA LIBERTAD, así como lo era la Tekiá del Iom HaKipurím en el Iobel y es así, por tanto, cuando la Neshamá -el aspecto vital del ser humano- se libera definitivamente del pecado – esto es, de su servidumbre a los instintos-, es cuando precisamente se hace sonar el Shofar en la conclusión de Iom HaKipurím, porque es allí cuando la Neshamáretorna a su Libertad Natural – “Ben Jorín”- de las transgresiones cometidas…”.

Si nos detenemos por un instante a reflexionar podremos establecer los “puentes” que nos propusimos construir al principio de nuestro comentario. La celebración de Pesaj lleva un poderoso significado de Libertad. Como esclavos del Faraón y como ‘esclavos de esclavos’. La salida de esa esclavitud, tuvo que ver con la liberación del cuerpo físico, el cuerpo social de una nación engrandecida en los “números” aunque empequeñecida en sus cualidades morales, como leímos al principio del camino: “…veló shameú el Moshé, mikotser rúaj u-meavodá kashá”,que a los hebreos les resultó muy dificultoso escucharlo a Moshé, porque ‘eran impacientes y porque sus trabajos eran muy pesados’, al decir del texto.

¿Qué pesaba más a la hora de tomar decisiones? Un espíritu abatido y ‘recortado’, puede con seguridad ser más inseguro que cualquier “carga laboral”, ¿o no? O sino, ¿cómo explicar a veces nuestra propia impaciencia de escuchar…a los que más cerca tenemos en primer lugar, y más tarde a los otros??

Así es como Pesaj nos devuelve en cierta manera el coraje de “darnos tiempo”, o mejor dicho, ser los dueños verdaderos de nuestro tiempo. Allí es donde empieza el camino. Pero no hay caminos sin obstáculos, sin tropiezos. Sin fracasos ni recaídas. Seguramente no. Pero gracias a D’s, HAY CAMINOS. “…Ve-Hú ieiashér orjotéja”, el Todopoderoso será Quien se encargue -una vez “encaminados”- de hacer que esos trayectos sean Iesharím, rectos, al decir del hermoso versículo. Es así como nuestra perashá agrega un sentido más al de la libertad ganada durante Pesaj Mitsraím y a lo largo de “Pesaj Dorot” (Pesaj Generacional). Y eso ocurre cuando al escuchar el agudo sonido del Shofar al finalizar Iom Kipur.

Es allí, dice nuestro autor, cuando expresamos nuestra esperanza de haber obtenido la LIBERTAD ESPIRITUAL, y no quedarnos expuestos ya a la servidumbre de nuestros instintos, de nuestros impulsos, de lo que no queremos ser ni hacer más. Jag Ha Pesaj inicia el camino. Iom Ha Kipurím lo enaltece. La llegada a la tierra de Israello dignifica y lo conecta a los hechos. El resto es caminar, libres en ambos sentidos y en ambas direcciones. El Cuerpo se libera, el Alma se exalta. Es cuando ambos perciben la Presencia de la Divinidad. Es cuando el hombre decide abrazar para siempre el “Yugo” que con mayor libertad le asiste a lo largo de su vida: “Ol MaljutShamáim”- el Yugo Celestial.

¿Qué es lo que significa, me pregunta? El poeta Rabi Iehudá HaLevi (poema “Avdé hazemán”)le responde:

“Los esclavos del tiempo, son esclavos de esclavos;

el esclavo de D’s, él sólo es verdaderamente libre.

Y será cuando todo ser humano requiere su lugar,

Mi lugar junto a D’s, es lo que anhela mi alma…”